lunes, 18 de octubre de 2010

Tierno encuentro

La Fisgona Indiscreta tiene como recuerdo de infancia la sentencia de un profesor que prohibía escribir en los libros y que tan sólo dejaba subrayarlos con lápid y con regla. Gracias a que no siguió tales exigencias hoy se ha producido un hermoso encuentro con el pasado.
La Fisgona acudía a una clase de Literatura Clásica donde se analizaba el poema de Garcilaso de la Vega, Égloba segunda, cuando Salicio dice:

¡Cuán bienaventurado
aquel puede llamarse
que con la dulce soledad se abraza,
y vive descuidado,
y lejos de empacharse
en lo que el alma impide y embaraza!

Esta obra, posesión de la Fisgona, la ha acompañado durante la adolescencia. Se ha mudado varias veces de piso, pero siempre la ha acompañado, ya que pertenece a ese tesoro estimable que es su biblioteca particular. También es un libro que no ha vuelto a abrir hasta el día de hoy. Y la hermosa sorpresa que el libro guardaba es que en esa misma estrofa y con letra todavía redondeada -ya que con el paso del tiempo ésta se ha ido erosionando-, se podía leer beatus ille, el mismo tema que el profesor de clásica impartía. La niña del pasado, ya olvidada, se ha encontrado con la niña del presente. La Fisgona Insdiscreta no se acuerda de ese día de su temprana juventud en que escribió esas palabras en esa misma página. Un sentimiento de extrañeza y de ternura le han provocado una pequeña carcajada, y cuando el erudito profesor le ha preguntado por el motivo, ella ha respondido la causa de esa pequeña explosión de emoción; después, el resto de la clase se ha contagiado de una risa tierna.
Por esto, la Fisgona Indiscreta obliga a todos a escribir en los libros que nos compramos, otra cosa son los que pertenecen a las bibliotecas y constituyen un bien común. Esos libros comprados no tan sólo pertenecen a los autores, sino que también pertenece a los lectores que con sus anotaciones, reflexiones, incluso dibujos, los personalizan. Es otra forma de no pasar al olvido, porque esos libros usados y manipulados pasarán a otras manos algún día y verán el rastro de otro lector, les guste o no. O como en el caso de la Fisgona Indiscreta vuelvan a ser abiertos y se encuentren con un pedazo de su pasado.

2 comentarios:

  1. Mi querida Fisgona, yo también escribo en los libros y, como dices, el reencuentro con algunas antiguas anotaciones es como volver a otra época, y a veces produce un encadenamiento mágico con acontecimientos o situaciones que ya habíamos olvidado.
    Ah! Por cierto, lo de los libros de las Bibliotecas (al menos los de la UB)es de "Juzgado de guardia", no es que tengan alguna anotación, es que son salvajemente subrayados por lectores (por llamarlos de alguna manera) que ni saben subrayar recto.

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  2. Las bibliotecas privadas es la intertextualidad de un sólo lector: su propia concepción del mundo. ¿Qué libros ha leído? Y la pregunta de Bloom: ¿somos los que leemos o leemos lo que somos? Poesía individualizada para hacer el camino de esta existencia todavía más hermoso.

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