
A estas alturas resulta una herejía criticar el Ulises. Podría agarrarme al hecho de que su amigo Beckett no lo aplaudió incondicionalmente. Y a pesar de que hay verdaderos fans de esta obra, no sé si realmente se puede alabar por entero. ¡Hay tanto experimento! Todo lo que se puede hacer con el lenguaje está ahí. Su lectura resulta imposible realizarla desde una posición cómoda, se debe coger papel y lápiz. No le está permitida la entrada al lector pasivo, uno debe descifrar el libro.
Tengo que reconocer aquí que me he saltado el capítulo 15 de la edición de Cátedra, más la veces que mi mente ha huído del libro y tan sólo ha podido aterrizar en éste gracias a la guía de Nabokov. Llegar hasta el final, y con este calor tan duro de este año, ha sido todo un reto para mí. Sé que no soy la envidia de nadie, pero llegué sin resuello. James Joyce, por ahora, ha podido conmigo. ¿Y qué siento? Atracción. No sé si es fruto de un sadismo lector que me obliga a inclinarme, esta vez de rodillas, a una segunda lectura. Como Rocky Balboa me entrenaré más y más fuerte, beberé cuatro huevos crudos todas las mañanas si es necesario y al final llegaré a la cima de las escaleras de este Museo del Arte de la Babelia Borgiana.
Querida fisgona: Mantengo tu intimidad pero te animo a darte a conocer públicamente. Quitarse el antifaz es el primer paso, para decir lo que uno piensa de verdad. Tu nuevo blog ya ha conseguido algo, voy a leer "Ulises" que es una de mis muchas asignaturas pendientes.
ResponderEliminarUn abrazo y te comununico que yo tambien he abierto este mes un blog.
http://lapalabraesmagica.blogspot.com/