miércoles, 13 de julio de 2011

De "El hombre que tenía rayos X en los ojos" a "Transformes"

En la película El hombre que tenía rayos X en los ojos, hay un momento en que el protagonista explica angustiado a la chica-prota la angustia que experimenta al ver la ciudad a través de esos ojos que pueden atravesar la envoltura de los edificios: todo son cables y cementos, recuerdo que dice, y como espectadora me imaginé esa misma ciudad sin envoltorios que tristemente le aparecía ante su enfermiza mirada. El otro día fui a ver Transformers, la última que está actualmente en la cartelera. Aquí, sin ninguna descripción puesta en boca de  algún personaje, aparece crudamente esa ciudad desnuda que el hombre de rayos X intentaba describir. No experimenté tensión, ni me conmovió. Reconozco que el momento en que un edificio es atravesado por una gigantesca lombriz maquinaria me tuvo agarrada al asiento. Entonces, me di cuenta, que el cine fantástico de hoy en día me ha convertido en una espectadora pasiva. Mi imaginación ya no tiene que trabajar, ya lo hacen por mí. Y ese poco esfuerzo que supone el tan sólo alimentarse de las imágenes sin tiempo para digerirlas, tal vez me produzca un vértigo que confunda con esa "inquietud" activa que me produce el cine sin apenas efectos especiales. Es admirable como con sólo unas lentillas en los ojos, el hombre de los rayos X me fascinaba bastante más.

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