Cuando la Fisgona Indiscreta pidió el libro de Madame de Staël, Diez años de destierro, para una indagación, después de esperar algún tiempo en la biblioteca de la Universidad de Filología de la Universidad de Barcelona, le entregaron ese libro excluido de préstamo. La edión que tenía entre las manos costaba una peseta, era una pequeña joya. Tenía que hacerse con ella: robarla no sería honesto, ni tampoco fotocopiarla. Más tarde se presentó a La Central, y tuvo la suerte de encontrala por el módico precio de 19 euros. ¡Cómo pasa el tiempo!, de una peseta a unas 3000. Pero la compra de este ejemplar de la editorial Lumen valía la pena. Además era el último que les quedaba.
¿Y por qué realizó esta adquisición? Por las siguientes líneas:
-Mi hermano está quejoso de vos. «¿Por qué -me preguntó ayer-, por qué la señora de Staël no se adhiere a mi gobierno? ¿Qué es lo que quiere? ¿La devolución del depósito de su padre? Lo decretaré. ¿Residir en París? Se lo permitiré. En suma, ¿qué quiere?»
-¡Dios mío! -repliqué yo-. No se trata de lo que quiero, sino de lo que pienso.
En esta escena José Napoleón le pregunta qué desea Madame de Staël, ante la respuesta más tarde ella será desterrada. ¡Cómo le gusta a La Fisgona Indiscreta la gente que piensa diferente! Valientes que incluso son exiliados de sus respectivos países porque tienen algo diferente que aportar. Y Madame de Staël fue una de ellos, un personaje que no resulta muy conocido en España y que vale la pena de conocer.
Es una pena que resulte tan difícil en España conseguir sus libros. Es muy curioso como otro libro suyo como Alemania, tan importante para la literatura comparada esté descatalogado. Por favor, señores editores, si hay alguno que lee estas líneas: hagan un esfuerzo al menos en versión para eBook que la bibliotecaría me mira mal cada vez que la hago ir en busca de libros excluidos de préstamo.
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