sábado, 26 de marzo de 2011
Kosmopolis 11
Gracias a un amigo, La Fisgona Indiscreta ha conseguido esta foto. Ayer, ella estuvo en Kosmopolis. Tan sólo pudo ver la conferencia de Magris y la de Lago-Vila Matas. Si en la primera le preguntaban sobre las implicaciones políticas de los escritores, algo que todavía no tiene muy claro la Fisgona que un escritor deba tener. En la otra, se habló en un tono no tan implicado de literatura. Huvo un conexión en directo con un lector-policía desde New York, y fue una de las mejores conferencias a la que la Fisgona ha asistido. Gracia, Lago; gracias, Vila-Matas
domingo, 20 de marzo de 2011
jueves, 17 de marzo de 2011
miércoles, 16 de marzo de 2011
Fisgoaforismo
Como todo está dicho, lo mejor es repetirlo con tu propio tono de voz. Se crea una nueva melodía que a los espectadores aplaudirán como actual.
miércoles, 9 de marzo de 2011
Redescubriendo a Fritz Lang
Sería la Fisgona Indiscreta adolescente cuando una película de Spencer Tracy la impresionó enormemente, de tal forma que todavía aún recuerda vivo ese recuerdo de ese día, en concreto, de esa noche, e incluso en su cabezita guarda la memoria del televiso: el aparato no tenía ni pantalla plana, se cambiaba de canal con el dedo índice, pero se alumbraba cada uno de los 12 o 16 canales que tendría, y estaba revestido de color madera. De la película cree recordar que el papel que Spencer Tracy interpretaba era acusado injustamente por una masa de gente que lo creía culpable de un asesinato. Ayer, sin ir más lejos, La Fisgona Indiscreta descubrió que la película se llamaba La Furia y estaba dirigida por Fritz Lang, el padre del cine negro americano. ¿Cómo lo supo? Gracias a Wikipedia y porque al ver otra película suya, Metropolis, se preguntó si un cineasta nacionalsocialista de repente era adoptado por Holliwood. Estaba equivocada, quien comulgaba con la ideas de Hitler, era la mujer de éste, que al final él abandonó como a su país natal. Y como si en una película fuera, La Fisgona Indiscreta se imaginaba al propio Fritz Lang teniendo que elegir entre sus ideales o quedarse en casa. Esa es la narración épica a la que la imaginación de la Fisgona tiende. Lo que sí que cree es que el director, en su equipaje rumbo a EEUU, una idea de la masa de borregos descontrolados que no tiende a razones también importó -las dos películas mencionadas anteriormente así lo demuestran-. Y una tendencia a educarlas también. La función social del cine heredada de las vanguardias se manifiesta en ellas. El poder del arte para cambiar el mundo. ¡Dios, qué ingenuidad! Pero, la Fisgona Indiscreta es clemente, y le perdona. Y antes de acabar este apunte, una nota más: ¿no asusta bastante que la típica estampa de la ciudad de Metrópolis se parezca tanto a la Ciudad de la Justicia de Barcelona? Queda pendiente averiguar la posible relación.
miércoles, 2 de marzo de 2011
Redescubriendo a Griffith
Un flâneur dentro de un gimnasio
Pasó su tarjeta bicing por el lector, éste le señaló el número 24. Mierda, era la bicicleta más alejada de todas las que estaban en fila dispuestas a que algún cliente las cogiera. Pedaleó Rambla del Raval hacia el mar, el carril bicing por un momento desapareció, es como el río Guadiana vuelve a aparecer más adelante. En Santa Mónica abandonó la bicicleta en su parada, y con la mochila colgada a la espalda caminó hacia el gimnasio. Cuando se hobo cambiado de ropa subió las escaleras que conducían a la clase: en el primer piso unos y unas corrían en la cinta, el ritmo de sus pasos marcaba su esfuerzo y el aliento; en el segundo piso otros y otras pedaleaban al ritmo de una música enloquecida dejándose el alma; en el tercero, la puerta estaba cerrada. La abrió, una música suave impedía que los pocos y pocas personas que allí estaban hablaran en voz alta. La clase de Taichí estaba a punto de comenzar. El flâneur que acababa de entrar les explicó el contraste de excitación de un piso a otro. La profesora sonrió y afirmó: -Aquí cada loco con su tema.
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